martes, 6 de agosto de 2019

EL ECO


Carlitos todavía ignoraba lo que es un eco. Un día que estaba en la pradera, no lejos de su casa, se puso a gritar: "¡Hop! ¡Hop!". Enseguida escuchó las mismas palabras repetidas en el pequeño bosque vecino.
Creyendo que alguien se había escondido detrás de los árboles, preguntó: "¿Quién eres?". La voz misteriosa repitió al instante: "¿Quién eres?".
Carlitos pensó que algún compañero quería así burlarse de él y dijo bien fuerte: "¡Eres un tonto!". Las mismas palabras le fueron inmediatamente reenviadas por la misma voz que le decía : "¡Eres un tonto!".
Entonces, el muchachito se enfadó y dirigió injurias al desconocido. Pero el eco se las reenvió con la más completa exactitud.
El niño entró al instante en el bosque para buscar al insolente que creía escondido para vengarse de él. Pero no encontró a nadie. Corrió entonces a quejarse a su madre y le contó que un desconocido se había escondido en el pequeño bosque y le había dicho injurias.
Su madre lo consoló, y luego añadió: "Hijo mío, no tienes razón para quejarte pues lo que has escuchado no es más que el eco de las palabras y las injurias que has pronunciado tú mismo. Si en lugar de enfadarte e insultar al desconocido hubieras gritado en el bosque una palabra afectuosa, te habría respondido una palabra afectuosa. No olvides nunca, hijo mío, que lo mismo sucede en la vida ordinaria. La conducta de los otros para con nosotros es casi siempre el eco de la nuestra para con ellos".

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