¡Oh! Señora y Madre nuestra, Virgen de tantos rostros y tantos nombres, que aquí eres infinitamente amada como Tupás y Caacupé, te consagramos al Paraguay, corazón de América, con todos sus habitantes.
Ten bajo tu amparo constante a la Iglesia de Cristo aquí presente, a los gobernantes y a todas las familias. Protege también a todos los paraguayos que tuvieron que emigrar y aun en la distancia y con tantas pruebas no se olvidan de Ti.
Ayuda, Virgen serrana, a que todos podamos experimentar la infinita misericordia de Dios, para que como discípulos misioneros de tu Hijo Jesucristo podamos construir una nación santa, inspirados en el Evangelio, donde reinen la solidaridad, la justicia, la verdad, la alegría y la paz, y logremos la reconciliación tan anhelada para todos los hijos de esta bendita tierra guaraní. Amén.
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