Señor, Dios nuestro, Tú quieres ser nuestro Dios y Tú deseas que seamos tu pueblo. Danos la integridad interior y el discernimiento para rechazar todo lo que no vienes del corazón, para que todo sea genuino entre nosotros. Entonces no entrarán ni mentiras ni decepción, y la honestidad y bondad brotarán de nuestro corazón para la gloria de la verdad, la gloria del Evangelio y la gran esperanza que Tú das a los hombres por medio del Evangelio.
Guarda nuestros corazones. Protege el bien que está sembrado en ellos y para que crezca, prospere y de fruto. Amén.
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