lunes, 5 de agosto de 2019

OCTAVO MANDAMIENTO DE LA LEY DE DIOS

El octavo mandamiento de la Ley de Dios dice así; "No dirás falso testimonio ni mentirás".
Este mandamiento nos manda decir la verdad y respetar la fama del prójimo.
Son pecados contra el octavo mandamiento la mentira, la calumnia, la murmuración, el falso testimonio, el juicio temerario y la injuria.

Mentir es decir lo contrario de lo que se piensa, con intención de engañar. Hay mentiras jocosas, que son las que se dicen como chiste para excitar la risa. Estas mentiras no son pecados. Tampoco es pecado la mentira piadosa, como cuando mentimos para evitar un grave disgusto a un amigo. En cambio son pecados graves las mentiras perniciosas, que son aquellas que se dicen "en perjuicio propio o ajeno".
La mentira es siempre una falta y una cosa fea. En algunas ocasiones representa una gran cobardía, como cuando uno niega haber hecho algo siendo verdad que la hizo. Otras veces representa una gran perversidad, como cuando se acusa a un inocente, o cuando sin acusarle alguien consiente que lo castiguen, cuando con solo declarar la verdad se haría resplandecer su inocencia.

Calumniar es hablar mal del prójimo siendo falso lo que se afirma.

Murmuración es el acto de revelar, sin necesidad, pero siendo verdad lo que decimos, algún defecto grave del prójimo. No debemos murmurar, como tampoco debemos ir a nadie con chismes y cuentos, es decir, contando a una persona las cosas malas que sobre ella haya dicho otra.

Falso testimonio es el pecado que comete quien miente ante un tribunal después de jurar decir la verdad.

Juicio temerario es juzgar mal al prójimo, sin tener fundamento alguno para ello.

Injuriar es ofender a una persona presente, bien echándole en cara sus defectos, bien burlándose despiadadamente de ella.

El que calumnió o mintió está obligado a decir la verdad y a reparar hasta donde sea posible el daño causado.
Pero al hablar de reparar el daño causado por el falso testimonio, la calumnia o la murmuración, no olvidemos que es más fácil recoger el agua de un vaso derramada en el suelo que restituir al prójimo la buena fama que se le ha quitado.


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