Te canto, mi Señor, con la fragancia
de los campos, los valles, las montañas,
con la música azul del firmamento,
como un himno de gozo y alabanza.
Te canto con la brisa y con el viento,
con la luz encendida de la aurora,
con la voz luminosa y transparente
de las aves, las flores, los aromas.
Te canto con las notas rumorosas
de las aguas que brotan de la tierra,
con el vuelo fugaz de las alondras,
con los giros de soles y de estrellas.
Te canto con la dicha estremecida
de tu gracia y tu paz, de tu mirada,
con el amor de tu presencia viva,
y te canto en silencio, sin palabras.
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