María, ¡oh nombre amable!,
nombre que aprende el niño,
que alegre torna el tiempo
de la primera edad.
María, Reina y Madre,
el sol de más fulgores,
cómo enamora el alma
la luz de tu beldad.
María, con tu amparo
perderme no podría,
mis malos enemigos
vencidos huirán.
Tu nombre soberano
en todos mis peligros
cual poderoso escudo
mi labio invocará.
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