« ¡ Válgame Dios, qué veo!
- un camello decía a un dromedario -,
tú eres en el desierto necesario,
mas la verdad, amigo, estás muy feo
con esa singular, alta joroba,
más grande que una alcoba.»
¡Y el que así se burlaba y se reía,
dos jorobas magníficas tenía!
Hombres hay que no encuentran nada bueno,
que aunque son de defectos un acopio,
la paja miran en el ojo ajeno,
y la viga jamás ven en el propio.
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