tus lágrimas de amor, o al tercer cielo
del alma torpe sublimara el vuelo
cual otro Pablo en rapto repentino!
Pudiera entonces el inefable trino
seguir del Serafín, y ante este velo
que te oculta al mortal con tierno anhelo
cantar el triunfo del amor divino.
Mas ¡ay! mi labio trémulo suspira
¡oh Dios de amor! y siento débilmente
arder en mí tu llama abrasadora:
Y si voy a cantar, la voz espira
y el alma toda fallecer se siente
y mudo el corazón tiembla y te adora.
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