Ven a mí, ¡oh mi divino Jesús! y por efecto de tu gracia concédeme los frutos de tu sacrificio. Inspírame aquel fuego que tu amor enciende en el corazón de aquellos que se acercan con verdadera disposición a tu santa Misa, y ya que no puedo participar ahora de tus divinos misterios, haz que merezca las gracias y favores que son necesarios para recibirte cuanto antes con una comunión real.
Haz, ¡oh Dios mío! que este adorable Cuerpo, unido personalmente a la vida y a la santidad misma, sea la vida eterna y la santificación de mi alma.
¡Oh, si la Sangre preciosa de mi Salvador, que en este instante mismo se ha ofrecido aquí derramada por mí, me lavase de mis pecados!
Así lo deseo, Señor, pues Tú lo quieres así de mí. deseo cumplir en todo tu santísima voluntad, pero dame la fuerza y el corazón de que tengo necesidad, porque nada puedo sin tu gracia.
Te ruego que me la concedas por los méritos y la memoria de tu Pasión y Muerte, de que acabas de hacernos viva representación.
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