Confírmame, Señor Dios, por la gracia del Espíritu Santo; dame esfuerzo para que sea fortalecido en el hombre interior, y desocupa mi corazón de toda inútil solicitud por que no sea atraído de variables deseos por cualquier cosa vil o preciosa, mas que mire todas las cosas como transitorias, y a mí mismo, que paso con ellas; porque no hay cosa que permanezca debajo del sol; antes todo es vanidad y aflicción de espíritu. ¡Oh, cuán sabio es el que así lo piensa!
Señor, otórgame la sabiduría celestial para que aprenda a buscarte y hallarte sobre todas las cosas, gustarte y amarte sobre todo y entender todo lo que creaste, como es, según la orden de tu sabiduría.
Otórgame, Señor, prudencia para desviarme del lisonjero y sufrir con paciencia al adversario, porque muy gran sabiduría es no moverse con cada viento de palabras ni dar el oído a la sirena que malamente halaga, que así se anda seguramente el camino comenzado.
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