Señor mío Jesucristo, que por el amor que tienes a los hombres, permaneces día y noche en este Sacramento, lleno de misericordia y ternura, esperando, llamando y acogiendo a todos los que vienen a visitarte, yo creo que estás aquí presente. Te adoro desde el abismo de mi nada, te doy gracias por todos los favores, y especialmente por haberte Tú mismo dado a mí en este Sacramento; por haberme concedido a María, tu propia Madre, como intercesora; y por haberme llamado a visitarte en esta iglesia.
Yo saludo hoy a tu amadísimo Corazón y deseo adorarle, en agradecimiento por este gran don, en reparación de todos los ultrajes que Tú, mi amado Jesús, recibes en este Sacramento de tus enemigos.
Oh Jesús mío, te amo de todo corazón. Me arrepiento de haberte ofendido tantas veces. Me propongo con tu gracia no ofenderte más en adelante, y ahora, aunque, estoy lleno de faltas e imperfecciones me consagro todo a Ti. Haz de mí lo que te agrade. Yo solo te pido y solo deseo tu santo amor, y la perseverancia hasta el fin.
Te encomiendo también las almas del purgatorio, especialmente a aquellas que han sido más devotas del Santísimo Sacramento y de María Inmaculada.
Por fin, mi amado Salvador, uno todos mis afectos a los de tu amorosísimo Corazón, y los ofrezco a tu Padre Eterno, suplicándole que por amor a Ti, se sirva aceptarlos y escucharlos.
Así sea.
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