Santa Emerenciana fue una joven mártir de la iglesia católica de origen romano, quien vivió a finales del siglo III. Estaba emparentada con la niña mártir santa Inés, y fue asesinada algunas semanas más tarde luego de la muerte de esta santa, bajo órdenes del emperador Diocleciano.
Las referencias bibliográficas de la vida de santa Emerenciana cuentan que se trataba de una jovencita en la primera etapa de la adolescencia, con unos 13 o 14 años de edad. Era catecúmena, es decir, cristiana aún no bautizada pero conversa en la fe de su corazón.
Su madre, trabajó en el servicio de la casa de santa Inés, quien pertenecía a una rica familia de aquella sociedad que también recibió el martirio por su fe.
Algunas semanas después del asesinato de santa Inés, Emerenciana visitó su sepulcro para rezar y pedir por su alma; en ese momento, la joven fue sorprendida por guardias romanos, quienes la apresaron y la llevaron ante el gobernador. Cuando fue interrogada sobre su fe cristiana, valientemente Emerenciana profesó su fe y amor a Cristo, sabiendo que le esperaría el martirio.
Fue condenada a muerte por lapidación en el año 304, con una lluvia de piedras que acabó con su vida.
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