Glorioso San Francisco de Sales, tu nombre porta la dulzura del corazón más afligido; tus obras destilan la selecta miel de la piedad; tu vida fue un continuo holocausto de amor perfecto lleno del verdadero gusto por las cosas espirituales y del generoso abandono en la amorosa divina voluntad. Enséñame la humildad interior, la dulzura de nuestro exterior y la imitación de todas las virtudes que has sabido copiar de los Corazones de Jesús y de María. Amén.
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