"Y vosotros, ¿quién decís que soy yo" (Mt 16,13-19)
Señor Jesús, tu pregunta esta mañana resuena con fuerza en nuestro interior. ¿Quién eres Tú para nosotros? ¿Qué sabemos de Ti que no nos hayan contado? ¿Qué experiencia, qué relación personal tenemos contigo? ¿Quién decimos a los demás que eres Tú? Sin duda, muchas preguntas se agolpan en nuestro interior y nos gustaría tener una respuesta rápida, fácil, inmediata… pero mientras estamos en esas nos asalta una nueva pregunta: ¿Y quiénes somos nosotros para Ti?
Señor Jesús, sabemos de Ti muchas cosas: tenemos tus datos, conocemos tu época, sabemos algo de tu familia, manejamos bien tus palabras, tus gestos y acciones, nos movemos como pez en el agua cuando se trata de recitar el elenco de tus títulos: Señor, Maestro, Salvador, Hijo… pero, desde lo más profundo de nuestra vida, ¿quién eres Tú para nosotros?
Y, sabes, Señor, desde lo más profundo brotan las respuestas sin querer, sin tener nada que forzar, sin escenografías ni grandes discursos teológicos. Y es que para nosotros Tú eres la razón, lo primero, lo mejor que nos ha pasado. Eres esa primera bocanada de aire al despertar. Eres sol, sal y luz. Eres ese amigo incondicional, ese refugio siempre disponible, ese abrazo del que uno jamás querría desprenderse, esa bendición que nos hace siempre mejores, ese Dios más íntimo que nuestra propia intimidad, ese Señor de nuestra vida, ese amor que nos ha enamorado y nos mantiene vivos y apasionados.
Gracias, Señor Jesús, por estar en nuestra vida. Y gracias porque sabemos que para Ti somos únicos, irrepetibles… gracias porque para Ti lo somos todo.
Así te lo pedimos. Así sea.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».