jueves, 2 de junio de 2022

MARTIRIO DE SAN ERASMO


Cuando empezaron las
 persecuciones de Diocleciano, Erasmo fue obligado a comparecer ente un juez, le golpearon y le escupieron; después le causaron laceraciones que hicieron que se le reventaran las venas. Erasmo sufrió estos tormentos con una gran presencia de ánimo. Lo metieron en una fosa llena de serpientes y gusanos, lo rociaron con aceite hirviendo y cubrieron sus manos con azufre, pero él resistió todos estos suplicios con un estoicismo formidable «dando gracias y alabando a Dios». Una terrible tormenta se abatió sobre sus torturadores salvando a Erasmo de una muerte segura, los santos lo estaban protegiendo. Diocleciano lo hizo meter en otra fosa más angosta esperando que las serpientes y los gusanos acabaran con él.
Un fresco del siglo XV mostrando los tormentos de San Erasmo. Iglesia María de Bastad, Suecia.

A Diocleciano le sucedió el emperador romano Maximiano Hercule quien, según Vorágine, «[...] era mucho peor que Diocleciano». Erasmo siguió predicando el Evangelio y fue, nuevamente, perseguido. Lo zambulleron en un baño que contenía agua hirviendo e intentaron cerrarle la boca aplicándole una combinación que contenía un metal derretido. Un ángel acudió en su ayuda resguardándolo de sus torturadores. El emperador, enfurecido, lo hizo meter en un tonel claveteado con pinchos y lo lanzó desde lo alto de una montaña, haciéndolo rodar; un ángel volvió a salvarlo. Sufrió otras torturas:

Le arrancaron los dientes con unas tenazas, lo ataron a un poste y lo asaron sobre unas parrillas, le atravesaron los dedos con unos clavos y le arrancaron los ojos. Desnudo, lo ataron de pies y manos a unos caballos con el fin de que estos lo arrastraran hasta que sus venas reventaran.



Erasmo huyó al monte Líbano y sobrevivió alimentándose con lo que unos cuervos le llevaban. Volvió a ser capturado, lo llevaron ante el emperador, que lo condenó, fue recubierto con pez y quemado (como lo fueron los primeros cristianos durante los juegos de Nerón), pero sobrevivió. Vuelto a encerrar con la intención de dejarlo morir de hambre, él se las compuso para evadirse.

De nuevo volvió a ser capturado y torturado en la provincia de Ilírico tras haber predicado y convertido al cristianismo a numerosos paganos. Por último su estómago fue partido en dos y sus intestinos fueron enrollados alrededor de un cabestrante.





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