jueves, 16 de junio de 2022

MARTIRIO DE SANTA JULITA Y SAN QUIRICO

Julita era una viuda rica y de alto linaje que vivía en Iconio en la persecución de Diocleciano. Habiéndose convertido al cristianismo y temiendo por ella misma y su hijo, dejó sus posesiones y su ciudad, y huyó con dos doncellas y su hijo Quirico de tres años. Fue descubierta y capturada al llegar a Tarso, por orden del gobernador de Cilicia, Alejandro. Fue torturada para que sacrificara a los dioses y, a pesar de los tormentos, la mujer se negó a renegar de su fe. Se la condenó a recibir el castigo de los azotes atada a las estacas y, antes de que se cumpliera con la sentencia, le fue arrebatado su hijo, a pesar de sus lágrimas y sus protestas. El juez que presidió fue el mismo gobernador Alejandro que sostuvo al pequeño Quirico en sus rodillas sin poder evitar que llorara y tratara de ir con su madre; las continuas torturas infligidas no hicieron vacilar su fe e incluso hicieron que el niño pronunciara que también era cristiano.


Ante estas palabras y porque el niño comenzó a debatirse, le propinaba algunas patadas y le rasguñó la cara, el gobernador arrojó al niño en los escalones del juzgado y le rompió la cabeza, matándolo al instante. La madre no lloró y permaneció en oración agradeciendo al Señor porque su hijo la había precedido en la gloria del Cielo. Alejandro la entregó al verdugo decretando que sus costados debían ser destrozados con anzuelos y luego decapitada. Ambos fueron martirizados en el año 304.


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