“Habéis oído que se dijo, pero yo os digo” (Mt 5,27-32)
Señor Jesús, gracias. Gracias por ser tan posibilitador con nosotros, por darnos cada mañana la oportunidad de volver a empezar, de seguir buscando, de continuar haciendo el bien e inventando todos los modos posibles para poder dejar este mundo mejor de lo que está.
Señor Jesús, gracias. Gracias por nuestras familias, por nuestros padres, por nuestros hermanos, por las personas queridas que ya no están entre nosotros y por todas aquellas de las que seguimos necesitando su cariño, su abrazo, su mirada y su intercesión cada jornada.
Señor Jesús, gracias. Gracias por todos nuestros amigos, gracias por toda la gente que conocemos y que son buena gente, y por todas las personas de buena voluntad que nos han acompañado durante todos estos años hasta el día de hoy. Gracias por la amistad, por el cariño y por tanta ternura.
Señor Jesús, gracias. Gracias por recordarnos una vez más que siempre se han dicho algunas cosas, pero Tú le has dado la vuelta a casi todas ellas y nos has hecho descubrir el verdadero sentido de creer y de vivir por y para los otros. Tú has hecho que conozcamos cuál es el secreto de la felicidad y nos has mostrado que tu modo de proceder sana y salva. Porque nunca llegas tarde, somos más bien nosotros los que nos desesperamos a que Tú llegues a tiempo.
Señor Jesús, gracias. Sabemos que sigues a nuestro lado y que hoy acompañarás nuestros pasos.
Así te lo pedimos. Así sea.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 27-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.
Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”.
Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”.
Se dijo: “El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio”. Pero yo os digo que si uno repudia a su mujer —no hablo de unión ilegítima— la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio».
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