¡Dios, Padre de todos nosotros! Tú nos diste a tu Hijo Jesús, quien derramó su sangre en la cruz por amor a cada uno de nosotros.
Tu sierva Albertina fue declarada beata por la Iglesia porque, siendo aún joven, ella también derramó su sangre para ser fiel a tu voluntad y defender la vida en plenitud.
Haz que, por su testimonio, nos hagamos fuertes en la fe, el amor y la esperanza, que vivamos fielmente los compromisos de nuestro Bautismo, que hagamos de la Eucaristía la fuente y cumbre de nuestra vida cristiana, que busquemos continuamente el perdón a través de la Confesión, seamos llenos del Espíritu Santo, experimentemos la Confirmación, y cultivemos los valores del Evangelio.
Por intercesión de Albertina, obtén para nosotros la gracia que ahora te imploramos (expresar la gracia que se desea). Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, en la unidad del Espíritu Santo. Amén.
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