jueves, 23 de junio de 2022

MEDITACIÓN VIERNES XII TIEMPO ORDINARIO C - SAN JUAN BAUTISTA (P. Damián Ramírez)

¡Buenos días!

Al coincidir mañana viernes 24 dos solemnidades (san Juan Bautista y el Sagrado Corazón de Jesús) hoy 23 se hace memoria litúrgica de la natividad de Juan el Bautista y mañana del Sagrado Corazón de Jesús. 

Por ese motivo pongo hoy el audio de la solemnidad del Bautista.

¡Buen y bendecido día!


"La mano del Señor estaba con él" (Lc 1,57-66.80) 

Señor Jesús, así siento yo que ocurre en mi vida y así me gustaría seguir viviendo: que tu mano acompañe mis pasos, que tu presencia en mis días marque mi historia y que nunca sienta que me dejas solo a mi suerte. 

Señor Jesús, cada vez que mis fuerzas flaquean, cada vez que siento que no puedo, que no llego, que no soy capaz... tu mano está conmigo. Y siento entonces que mis fuerzas se restablecen, que mi no poder se torna en fuerza, mi no llegar en proseguir y mi incapacidad en posibilidad. Restaura hoy mi confianza en Ti. 

Señor Jesús, cada vez que no tengo las palabras justas en el momento oportuno, cada vez que no atino a ver con claridad, cada vez que no logro entender en profundidad la realidad, cada vez que no estoy de parte de los más vulnerables... tu mano está conmigo. Y siento entonces que Tú pones en mis labios las palabras pertinentes, que me haces ver sin filtros, que me haces acoger lo que acontece y que mis opciones y mis acciones restituyen la dignidad a los últimos. Restaura hoy mi confianza de saberme en tus manos. 

Señor Jesús, cada vez que te niego con mis actitudes, cada vez que en silencio evito comprometerme, cada vez que prefiero mirar a otro lado, cada vez que confío solo en mis fuerzas, cada vez que creo que te tengo bajo control... tu mano está conmigoY siento entonces que Tú me perdonas sin condiciones, que me centras, que me haces sentir que sin Ti todo es más difícil y que eres Tú el que me centra. Restaura hoy mi deseo sincero de ser acompañado por Ti

Así te lo pido. Así sea.


Lectura del libro de Isaías 49, 1-6

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos:
El Señor me llamó desde el vientre materno, de las entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre.
Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré».
Y yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas».
En realidad el Señor, defendía mi causa, mi recompensa la custodiaba Dios.
Y ahora dice el Señor, el que me formó desde el vientre como siervo suyo, para que le devolviese a Jacob, para que le reuniera a Israel; he sido glorificado a los ojos de Dios.
Y mi Dios era mi fuerza:
«Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel.
Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».


Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.
A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo:
«¡ No! Se va a llamar Juan».
Y le dijeron:
«Ninguno de tus parientes se llama así».
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre» Y todos se quedaron maravillados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo:
«Pues ¿qué será este niño?».
Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño crecía y se fortalecía en el espíritu, y vivía en lugares desiertos hasta los días de su manifestación a Israel.






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