Artemio es el custodio de la cárcel romana donde estaban prisioneros los dos santos cristianos Pedro y Marcelino y tenía una hija, Paulina, poseída por un demonio.
Pedro le promete la liberación de la hija si se convirtiese al cristianismo; Artemio se negó, considerando al santo mártir como un loco. Pero pronto por un milagro le creyó y se convirtió junto con su esposa Cándida y su hija Paulina, que fue curada.
Denunciado como cristiano al tribunal del juez Sereno, Artemio fue condenado a muerte junto a su esposa; conducidos a la Via Aurelia, las dos mujeres, Cándida y Paulina, fueron arrojadas a una fogata y después sepultadas bajo una masa de piedras, mientras Artemio es asesinado con la espada.
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