Oh glorioso san Roque, que por vuestro ardiente amor a Jesús abandonaste riquezas y honores y buscaste la humillación, enséñame a ser humilde ante Dios y los hombres. Alcánzame la gracia de apreciar en su debido valor las riquezas y los honores de la vida para que no sean para mí lazos de eterna perdición. Te lo pido humildemente, oh glorioso san Roque, para que seamos dignos de seguirte en el camino que lleva a la salvación eterna. Líbrame de toda enfermedad corporal. Alcánzame el favor que te pido si es para honra tuya, gloria de Dios y salvación de mi alma. Amén.
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