Después de terribles sufrimientos, santa Antonina fue atada y la colgaron de un brazo durante tres días, para luego encerrarla en una celda pequeña, con el suelo forrado de brasas, donde permaneció dos días.
Unos ángeles se aparecieron a la santa mártir y los verdugos se asustaron. Incluso cuando la colocaron en una cama de metal al rojo vivo, santa Antonina permaneció ilesa, por el poder de Dios.
De regreso al tribunal, donde los enemigos de la fe esperaban con ansia que se hubiese retractado de sus creencias, no hizo más que proclamar su amor a Cristo Jesús. Entonces fue encerrada y luego la arrojaron al fuego, donde fue quemada viva.
ORACIÓN
Oh gloriosa mártir, santa Antonina de Nicea, que tu ardiente deseo por la fe y tu valentía nos acompañen en los momentos difíciles de nuestra vida. Amén.
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