"El que cree en mí no quedará en tinieblas" (Jn 12,44-50)
Señor Jesús, dame luz, dame tu luz, esa que no deja que tropiece y caiga, esa que me hace ver con claridad lo que acontece, esa que lejos de deslumbrarme, ilumina mi camino y da sentido a lo que vivo. Señor, haz que mi fe en Ti ilumine mi vida y mi caminar, y sea para otros un signo de esperanza.
Señor Jesús, ¿sabes cuántas veces me quedo en penumbras? ¿Sabes cuántas veces voy a tientas, sin ver nada, intentando no tropezar? ¿Sabes en cuántas ocasiones tropiezo y caigo por no ver? ¿Sabes cuántas veces me detengo o sencillamente dejo de caminar porque la tiniebla me cubre y no soy capaz de vislumbrar una salida? Señor, sé que el que cree en ti no quedará en tinieblas, por eso te pido que seas mi luz, que enciendas en mí una fe sencilla, cotidiana y empeñada en repartir gratuitamente tu luz.
Señor Jesús, en este día en el que lo has preparado todo para mí, te pido que acompañes mis pasos, que afiances mi fe y que me des luz para ser, en medio del mundo, signo vivo de tu Palabra y de tu Resurrección. Que los demás, al verme te vean, al acercarme a ellos, ellos se sientan iluminados por tu presencia.
Así te lo pido. Así sea.
Lectura del santo evangelio según san Juan 12, 44-50
En aquel tiempo, Jesús gritó diciendo:
«El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el Padre».
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