ORACIÓN PREPARATORIA
¡Oh María Auxiliadora, vengo a postrarme humildemente a tus plantas, para tributarte mi homenaje de amor y gratitud! Indigno soy de recibir nuevos favores de tu mano amorosísima, pues no he correspondido a las innumerables gracias que me has dispensado a cada paso. Olvidando mi ingratitud y no pensando más que en tu amor y benignidad, vengo a implorar nuevamente tus auxilios. Concédeme la gracia que deseo..., si no es contraria a la Voluntad de Dios. No me desampares, Madre mía, robustece mi voluntad para que no me aparte del verdadero camino de la virtud; ilumina mi entendimiento para que comprenda cuánto me amas, y santifícame para que logre, mediante tu valiosísimo socorro, alabarte por toda la eternidad. Así sea.
ORACIÓN PARA PEDIR EL TRIUNFO DE LA SANTA IGLESIA
¡Oh Virgen incomparable! que por la asombrosa victoria de Lepanto, resplandeciste con el nuevo título de Auxiliadora... Oh Madre benigna, poderoso auxilio de los cristianos, concédeme la gracia que te pido... (pedir la gracia) y vuelve a tus antiguas victorias en estos tiempos de osada impiedad. Guarda piadosamente al Vicario de Jesucristo en la tierra, santifica a los eclesiásticos y a los religiosos, y apresura la hora de la misericordia para todos y del triunfo de la Iglesia Católica, a fin de que todo el mundo te aclame a Ti, su Madre y su Reina, y a tu Jesús, su Rey y Salvador. Amén.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
ORACIÓN FINAL
¡Dios te salve Reina, Madre de misericordia y auxilio de los cristianos! ¡Pobre hijo de Eva, a quién me dirigiré en este valle de llanto sino a Ti que eres vida, dulzura y esperanza nuestra! A Ti se eleva mi grito: ¡A TI CLAMAMOS!, a tus pies deposito el peso de mis afanes. ¡A TI SUSPIRAMOS!... Ea, pues, Señora, manifiéstate como lo fuiste siempre, poderosa Abogada, inclina tus ojos maternales sobre mí que te amo tanto, ¡oh Madre!, hoy más que nunca necesito de tu misericordia y de tu santo auxilio. Vuelve hacia mí esos ojos tan misericordiosos y quedaré contento... Es verdad, yo soy culpable, pero Tú eres Santa. ¡OH CLEMENTE! Yo soy ingrato, pero Tú eres buena. ¡OH PIADOSA! Yo soy rebelde, pero Tú eres dulce. ¡OH DULCE VIRGEN MARÍA! No mires mis culpas y pecados y acuérdate solo de tu bondad. ¡MUÉSTRATE QUE ERES MADRE! Yo me abandono y entrego a Ti como un niño se abandona confiado en los brazos de su madre.
En el nombre del Padre, ...
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