Según la tradición, fue martirizada a mitad de siglo III, bien durante el reinado de Claudio II o del de Treboniano Galo. De sangre real o noble, a Áurea la exiliaron, por ser cristiana, de Roma a Ostia. En Ostia vivía en una finca extramuros. Mantenía contactos con los cristianos del lugar, entre los que estaba Ciriaco, obispo de Ostia .
Se le atribuyen milagros durante su estancia en Ostia. Cuentan cómo un prisionero cristiano llamado Censorinus, tras haber sido confortado por Áurea, vio cómo se aflojaban las cadenas que lo sujetaban. Diecisiete soldados se convirtieron al cristianismo tras este milagro, los cuales fueron, más tarde, decapitados cerca del Arco de Caracalla de Ostia. Otra leyenda afirma que Áurea y sus amigos devolvieron a la vida al hijo muerto de un zapatero.
Ulpius Romulus ajustició a los amigos de Áurea y a ella la torturó. Cuando Áurea rechazó hacer sacrificios a los dioses romanos, fue arrojada al mar con una piedra atada al cuello.
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