¡Buenos días!
Amanece uno de esos días que “brillan más que el sol” … la Ascensión del Señor.
Hoy nos recuerda Jesús que tú y yo somos sus testigos. Se nota que lo somos allí donde nos encontramos y vivimos, en la familia, en la parroquia, con los amigos, con los desconocidos…
Pidamos hoy la gracia de ser su fragancia y su reflejo, que eso es ser testigo: AMOR Y ENTREGA. ¡Pero de verdad!
Buen y bendecido Domingo junto al Señor.
Final del santo Evangelio según San Lucas 24, 46-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros, por vuestra parte, quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo alto».
Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.
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