Gracias Padre, por escucharme.
Gracias por liberarme de las interferencias creadas por mí.
Gracias por hacerme entender lo que valgo y lo que busco.
Gracias por quitarme las vendas para ver lo que Tú deseas para mí.
Gracias por aquietarme internamente y, en esa quietud, lograr reflexionar en plenitud y confianza.
Gracias por el don del conocimiento y la confianza.
Gracias, Dador de Vida y Sustancia Única Vital, por mi futuro encuentro con lo anhelado.
Hoy te amo y te venero, porque todo me lo das y lo acepto con amor.
Gracias te sean dadas, Señor Jesucristo, por todos los beneficios que nos has concedido, por todos los dolores y afrentas que has llevado por nosotros.
Oh, misericordioso redentor, amigo y hermano, que podamos conocerte con mayor claridad, amarte más cariñosamente, y seguirte más de cerca día tras día.
Amén.
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