Pues que sus gracias reparte,
por tus virtudes el Cielo,
sed, María Ana, el consuelo
de aquel que llegue a implorarte.
Madrid, Corte distinguida,
ha tenido la fortuna
de haberos dado la cuna,
siendo por vos más lucida,
y pues vuestra santa vida
es de sus glorias esmalte.
Santiago su alegría
en todo la consiguió
con el Bautismo que os dio,
y también Feligresía
y pues conserva en el día
el desvelo en elogiarte.
Desde niña merecisteis
el verte en Dios reengendrada,
pues de su amor abrasada,
por tu Esposo le elegisteis,
y pues así conseguisteis
de culpa privilegiarte.
Fuiste en la Fe singular,
en la Humildad el espejo,
en la Paciencia el reflejo,
y en Caridad ejemplar:
Dios te llegó a señalar,
porque puedas por tu parte.
En la oración fue elevada
tu alma a la mayor luz,
viendo a Jesús en la Cruz,
que fue a tus hombros pasada,
y pues fuiste coronada
de espinas por ensalzarte.
A Jesús Sacramentado,
en grande amor abrasada,
y en él siempre enajenada,
fue tu espíritu entregado;
y pues por eso has logrado
de Extática el nombre darte.
No hay pena ni enfermedad,
aflicción ni desconsuelo,
en que no conceda el Cielo
por tus ruegos la piedad;
y pues Dios su Caridad
por tus manos nos reparte.
Amada de Dios Eterno,
pues lo tienes de tu parte,
sed María Ana el consuelo
de aquel que llegue a implorarte.
Ven, Esposa de Jesucristo, recibe la corona que el Señor
te ha preparado para la eternidad.
L/: Se derramó la gracia en tus labios.
R/: Por tanto, Dios te bendijo eternamente.
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