"Fue a buscarlo y se le echó a los pies"(Mc 7,24-30)
Señor Jesús, hoy, como en aquel tiempo aquella mujer sirofenicia, también yo salgo a buscarte y me echo a tus pies y te suplico que me hagas más valiente, más profeta, más trasparente y más auténtico.
Tú que puedes, concédeme lo que te pido….
Señor Jesús, aquí sentado o arrodillado ante Ti , me gustaría disfrutar de tu presencia, ponerte en el centro de mi vida, saborear tu Palabra y descubrir qué de mí y de mi vida necesita ser sanado y salvado por Ti.
Tú que me conoces, concédeme lo que más me conviene….
Señor Jesús, a tu lado es fácil sentirse fuerte y bien, es menos costoso dar la cara y defender a los que no tienen voz, es gratificante saberme instrumento tuyo en medio de la gente.
Tú que me quieres como soy, haz que quiera ser como Tú….
Señor Jesús, acompaña mi jornada, úngeme con tu Espíritu, envíame a ser buena nueva por el mundo, hazme bendición para los otros y bálsamo para quienes necesitan más paz y sanar sus heridas.
Tú que envías obreros a tu mies, cuenta conmigo y conmigo permanece todo el día….
Así te lo pido. Así sea.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 7, 24-30
En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro. Entró en una casa procurando pasar desapercibido, pero no logró ocultarse. Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró en seguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies. La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija. Él le dijo:
«Deja que se sacien primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
Pero ella replicó:
«Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños».
Él le contestó:
«Anda, vete, que, por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija».
Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.
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