Gloriosísima virgen y mártir santa Apolonia, que para ser verdadera imagen de nuestro Redentor mereciste la palma del martirio en una hoguera.
Alcánzame, oh gran abogada y protectora mía, de mi Dios y señor que, imitando tu fortaleza y constancia, calme mis deseos para el mundo, como el Apóstol, viviendo en él como peregrino que camina a su patria.
Y que la soberana Providencia me mantenga en estado de alerta, porque puede ofrecerme el mundo, enemigo común de los humanos, tropiezos y lazos para detenerme y hacerme caer en el abismo de la culpa.
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