Dios y Señor omnipotente, en cuyas
manos están la vida y salud de todos
los hombres, por los méritos e intercesión de vuestro siervo, el bienaventurado san Caralampio, presbítero y mártir, a quien concediste, en premio de su
heroica fe y constancia en defender tu
santo nombre, que donde estuviesen sus
reliquias, o se celebrase su memoria,
no habría hambre, ni peste, ni aire alguno contagioso, te suplicamos humildemente que, venerando la memoria
de su martirio y admirables virtudes
acá en la tierra, merezcamos vernos libres de toda infección de alma y
cuerpo, y después gozaros en el cielo en su compañía. Por los méritos de
nuestro Señor Jesucristo, Hijo tuyo, que
vive y reina contigo, juntamente con
el Espíritu Santo, por todos los
siglos de los siglos. Amén.
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