Santa Honorina fue una virgen galo-romana que se había convertido al cristianismo desde su juventud y había emitido un voto de consagración de su virginidad a Dios. Vivía en el país de Caux. Fue una mujer muy detallista, incluso maniática, que amó la libertad sobre todas las cosas, le preocupó mucho su vida interior, por lo que tiendo a la soledad, para así poder reflexionar.
Debido a su carácter solió tener pocos amigos, y como consecuencia, pocos romances.
Durante la persecución de Diocleciano, en el año 303, fue delatada, y una vez descubierta, al ser interrogada sobre su fe, con valentía esta joven se mantuvo firme en Cristo. Por esta razón fue condenada al martirio en Mélamare. Sufrió con entereza las más terribles torturas y vejaciones, y finalmente fue decapitada.
Sus verdugos arrojaron su cuerpo a las aguas del río Sena, pero fue encontrado varado en el Valle de Greville, donde unos cristianos piadosos lo rescataron y le dieron santa sepultura. Desde entonces comenzó a rendirse culto a santa Honorina.
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