Orar es hablar con Dios con toda confianza, desde lo más hondo de tu alma, como lo harías con un buen amigo. Es contarle tus dudas, tus inquietudes, tus dificultades del día a día... y, por supuesto, también agradecer las alegrías.
Y hablar con Dios es poner tu confianza y tu vida en sus manos, sabiendo que Él cuidará de ti mejor que nadie.
La oración, si no nace del alma y del sentimiento más puro, que es el AMOR, no tiene sentido y mucho menos significado.
sea como sea tu forma de orar, que las palabras que pronuncies se correspondan realmente con tus sentimientos más sinceros.
PERDÓN, SEÑOR. GRACIAS, SEÑOR. AYÚDAME, SEÑOR. TE QUIERO, SEÑOR.
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