miércoles, 23 de marzo de 2022

¡AY DEL QUE NACE O MUERE! (Ramón de Campoamor)


-¡Adiós por siempre, hijo del alma mía!-
un triste anciano al expirar clamaba;
y el tierno infante que su sien besaba,
-¡Adiós por siempre!- el infeliz decía.
Vertió el viejo la lágrima postrera
y vertió la primera el niño en tanto;
y confundidas última y primera,
símbolo fueron de su igual quebranto.
¿Cuál lágrima, decid, en mal tan fuerte,
del corazón brotó más dolorida?
¿La del que el mal primero halló en la vida,
o la de aquel que un bien halló en la muerte?...
 

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