martes, 8 de marzo de 2022

MEDITACIÓN MARTES I CUARESMA C (P. Damián Ramírez)

 “Vosotros orad así…” (Mt 6,7-15)

Padre nuestro que estás en el cielo, allí donde no alcanzamos a manipularte, allí donde nos has prometido que un día nos reuniremos contigo y con quien bien nos ama, allí desde donde se ve grande nuestra pequeñez y se relativizan todas nuestras ansias y angustias, allí donde se dan cita todos nuestros anhelos y todas nuestras verdaderas esperanzas.

Santificado sea tu nombre, ese por el cual vivimos y existimos, ese que nos sostiene en la prueba y nos lleva a seguirte, ese que nos seduce y nos invita siempre a amar más y amar mejor, ese ante el que toda rodilla se dobla. 

Venga a nosotros tu reino, ese en el que no hay división, ni guerras, ni odios, ni envidias. Ese en el que es posible vivir en paz, ser hermanos, compartir y servir sin fin, hacerlo todo en nombre del amor y ser felices tan solo siendo nosotros mismos, hijas e hijos amados tuyos. Ese reino en el que ya no hay miedo, ni violencia, ni injusticia, ni lágrimas, ni dolor. Ese reino en el que reina el que más comparte.

Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, aunque pocas veces coincida con la nuestra, aunque nos pruebe, aunque nos llene de dudas y de ganas de tirar la toalla. Esa voluntad que nos quiere hijos e hijas, nunca esclavos, nunca tristes, nunca solos. Esa voluntad que solo Tú conoces y que tanto nos gustaría poder prever.

Danos hoy nuestro pan de cada día, ese que sacia nuestra hambre, ese que colma nuestros más profundos deseos y nuestras necesidades cotidianas, ese por el que nos levantamos y bregamos cada jornada, ese que nos hace familia y nos iguala en torno a la mesa. Ese que compartido se multiplica.

Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes vivir en el rencor y en el pasado, haz que seamos mujeres y hombres que sintamos que vivimos porque nos has perdonado, porque en cada caída nos has levantado y en cada prueba nos has ungido con tu misericordia y compasión.

No nos dejes caer en la tentación de ser lo que no somos, de aparentar lo que nunca fuimos, de desear lo que no es nuestro, de esperar lo que no nos corresponde o de querer ser como Tú, pero a nuestro modo. No nos dejes caer en la tentación de vivir la vida a cuentagotas, ahorrando entrega y racaneando cariño.

Y líbranos del mal, de todo mal, de todo sufrimiento, de todo dolor, de toda tristeza. Haz que vivamos en la paz y el bien. 

Así te lo pedimos. Así sea.


Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 7-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros orad así:
“Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal”.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».






















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