En casa de un cerrajero
entró la serpiente un día,
y la insensata mordía
en una lima de acero.
Díjole la lima: "El mal,
necia, será para ti,
¿cómo has de hacer mella en mí
que hago polvos el metal?".
Quien pretende sin razón
al más fuerte derribar,
no consigue sino dar
coces contra el aguijón.
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