A MI PADRE
Cuatro años han trascurrido
de llanto y de decepción,
cuatro años que yo he vivido
sufriendo lo que has sufrido,
padre de mi corazón.
Si encuentra el martirio palma,
la debo ya reclamar;
en estas horas sin calma
yo me uno a ti con el alma
aunque nos separa el mar.
¿Qué me importa la fortuna?...
¿Que me importa mi dolor?...
Tu hija que duerme en la cuna,
reclama llorando alguna
de tus caricias de amor.
Y tú, mi padre, proscrito,
lejos, muy lejos estás
de tu dulce hogar bendito...
ya con lágrimas escrito
nuestros nombres guardarás.
¡Si pudiera el sentimiento
traerte hasta donde estoy,
o llevarme a tu aposento,
como va mi pensamiento
con los versos que te doy!
Cuántas palabras oirías
calmando tu padecer;
pero vanas ansias mías,
¡ay! ¿cuándo vendrán los días
en que me vuelvas a ver?
Uno sin otro, tenemos
un infierno entre los dos,
padre, si a vernos volvemos,
ya nunca más nos daremos
sobre la tierra otro ¡adiós!
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