Convertido al cristianismo, prestó su casa para los servicios religiosos cristianos dentro del propio palacio del emperador, en el que oficiaron el rito San Marcos y San Marcelino. Es uno de los santos asociados a la vida de San Sebastián.
Junto a su amigo San Tiburcio recorrió Roma convirtiendo hombres y mujeres al cristianismo, y llevándolos ante el papa Cayo para que fueran bautizados. Posteriormente fue traicionado por un apóstata cristiano y llevado ante Fabiano, prefecto de la ciudad.
Cástulo fue detenido y torturado fuertemente, llevándolo a enterrar vivo en un foso cubierto con arena, en la Vía Labicana, en Roma. Su santa esposa Irene, logró rescatarlo de semejante atrocidad. Sin embargo, poco después, en el año 286, Cástulo fue finalmente ejecutado y su esposa, Irene de Roma, igualmente sufrió martirio en el año 288.
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