martes, 15 de marzo de 2022

MEDITACIÓN MARTES II DE CUARESMA C

"Todos vosotros sois hermanos" (Mt 23,1-12) 

Señor Jesús, hermanos. 

Eso somos. A eso estamos llamados. ¿Por qué nos cuesta tanto vivir como tales? ¿Cómo es posible que sigamos viviendo tranquilamente mientras otros miles de hermanos y hermanas nuestras huyen de la guerra, de la muerte y la destrucción? ¿Cómo sentirnos familia si no somos capaces de practicar una fraternidad en la que todos tengan su lugar? 

Señor Jesús, haznos sentir al otro como parte nuestra. 

Haz que pongamos todo cuanto somos, sabemos, tenemos y creemos al servicio de todo hombre y de toda mujer que necesiten razones de vida y esperanza. 

Señor, haz lo que tengas que hacer para ablandar los corazones de quienes no conocen qué significa amar a los demás, respetar la diversidad y velar por la paz. 

Señor Jesús, todos somos hermanos. 

Enséñanos a vivir en profundidad esta afirmación. 

Que te tengamos a Ti como Maestro y Señor. Como único Maestro y Señor de nuestra vida. 

Devuélvenos la fuerza , la humildad y la capacidad necesarias para ser más humanos y humanizarlo todo con nuestro modo de vivir y de tratar a los demás. 

Señor, Dios nuestro, necesitamos tu amor y tu gracia para poner sentido común y compasión en este momento que vivimos. 

Así te lo pedimos. Así sea. 


Lectura del santo evangelio según san Mateo 23, 1-12

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a los discípulos, diciendo:
«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen.
Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbí”, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».






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