A mi querida prima Jacinta Wihte de Llano, en la muerte de su hija.
¡Nunca la podré olvidar!
Ved lo que el mundo decía
viendo el féretro pasar:
Un clérigo.- Empiece el canto.
El doctor.- ¡Cesó el sufrir!
El padre.- ¡Me ahoga el llanto!
La madre.- ¡Quiero morir!
Un muchacho.- ¡Qué adornada!
Un joven.- ¡Era muy bella!
Una moza.- ¡Desgraciada!
Una vieja.- ¡Feliz ella!
¡Duerme en paz! -dicen los buenos.
-¡Adiós!- dicen los demás.
Un filósofo.- ¡Uno menos!
Un poeta.- ¡Un ángel más!
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