jueves, 4 de julio de 2019

DIOS SALVADOR. JESUCRISTO. LA ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS

Todos los hombres, por el pecado original, habían perdido la gracia santificante y se habían hecho pecadores. Así, no podían ser felices ni entrar en el cielo mientras no recuperasen dicha gracia. Pero ningún hombre por sí solo podía alcanzarla, porque el alma privada de la gracia estaba muerta para Dios.
Entonces Dios, que es infinitamente misericordioso, tuvo compasión de los hombres y se encarnó, es decir, tomó un cuerpo y un alma para hacerse hombre y decirnos cómo teníamos que ser si queríamos ir al cielo y para que su sangre divina, al derramarse por nosotros, lavase nuestras almas.
Se hizo hombre la segunda Persona de la Santísima Trinidad, que es el Hijo. El Hijo de Dios hecho hombre se llamó Jesucristo.
Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Hay, pues, en Él dos naturalezas: una divina porque es Dios, y otra humana porque es hombre; pero en Jesucristo hay una sola Persona divina, que es la segunda de la Santísima Trinidad.
Cristo, como hombre, tuvo una madre, por más que ni fue concebido ni nació como los demás hombres.
La mujer elegida para Madre del Hijo de Dios fue la Virgen María, concebida sin mancha de pecado original y llena de gracia desde el primer instante de su ser natural. La Virgen María era de la tribu de Judá y descendía de la familia de David. Fueron sus padres san Joaquín y santa Ana y estaba casada con un hombre justo, llamado José. La Virgen María fue preservada de todo pecado y sublimada con todas las gracias, y fue verdadera Madre de Dios encarnado. La Virgen María fue subida en cuerpo y alma al cielo.

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