jueves, 4 de julio de 2019

DIOS SANTIFICADOR. EL ESPÍRITU SANTO

Poco antes de subir a los cielos Jesucristo se apareció por última vez a los apóstoles en el cenáculo y les prometió que les enviaría el Espíritu Santo.
- Voy a enviaros -dijo- el prometido de mi Padre. Permaneced aquí hasta que seáis fortalecidos con la fuerza de lo alto, pues recibiréis la virtud del Espíritu Santo.
El día de Pentecostés, diez días después de la Ascensión, estando los discípulos reunidos en el cenáculo con la Virgen María, el Espíritu Santo descendió sobre ellos en forma de lenguas de fuego.
El Espíritu Santo es la tercera Persona de la Santísima Trinidad, que procede del Padre y del Hijo. Por tanto, el Espíritu Santo es verdadero Dios, como el Padre y como el Hijo.
Jesucristo envió el Espíritu Santo para santificar, iluminar y fortalecer las almas de los apóstoles, que así podrían predicar el Evangelio por el mundo, y también las nuestras. Nosotros le recibimos en el sacramento del Bautismo y en el de la Confirmación.
El Espíritu Santo santifica nuestras almas, esto es, las hace santas; las ilumina para que conozcamos y creamos la doctrina del Salvador, y las fortalece para que profesemos con valentía nuestra fe, hagamos buenas obras y resistamos las tentaciones del demonio.
Además, el Espíritu Santo asiste a la Iglesia, inspirando al Papa y a los Obispos a fin de que nos enseñen la verdad revelada por Dios, dirigiéndola en su gobierno y conservándola hasta el fin del mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario