Cantando una nana, se quedó dormida
meciendo la cuna que estaba vacía,
los labios muy rojos, las manos muy frías,
los ojos ya secos de tanta fatiga,
la madre cantando, se quedó dormida.
Su cara sonríe, su tez se ilumina
y en sueños le habla al rey de su vida;
le dice mil cosas suaves y lindas
que solo una madre podría decirlas.
Y también en sueños cree que acaricia
la carita rosa, las manos gorditas,
la cabeza rubia, la piel suavecita,
y extiende sus manos con dulce sonrisa
queriendo estrecharlo con pasión y vida.
La madre no sabe, quizás todavía, que el niño no está,
se fue aquella tarde tan pesada y fría
llevándose al cielo su eterna alegría.
Y sigue cantando la nana perdida,
la madre, cansada,
seguía meciendo la cuna vacía...
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