Son amargos los placeres
luego que se abusa de ellos.
Es bueno jugar un poco
solo por divertimiento.
Un jugador nada tiene
de humano (según consenso
común) sino la apariencia;
y además difícil creo
que sea un hombre de bien
el que juegue a juego recio.
El deseo de ganar,
que noche y día es molesto,
es peligroso aliciente.
Aunque tenga entendimiento
y sea frecuentemente
también de corazón bueno,
es engañado al principio,
y en bribón acaba luego.
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