Espíritu Santo, concédeme para mí y mi familia aquellos dones con que fortaleciste a los Apóstoles, aquella gracia poderosa que ilumina el entendimiento y mueve dulcemente la voluntad. Toma bajo tu divina protección a mis hijos, presérvalos de toda pasión vergonzosa, protégelos y líbralos de caer en los lazos de la seducción con que el demonio intenta hacerlos caer en el pecado. Hazlos humildes, obedientes, honrados y temerosos de Dios, amantes de la verdad y de la religión. Dales gracia para vencer los vicios y pasiones. Y a mí, concédeme el acierto necesario para educarlos y dirigirlos. Amén.
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